Seguidores

sábado, 29 de septiembre de 2012

Honey.

Tres días, uno detrás de otro con los ojos contenidos sin soportar el dolor de las mil heridas juntadas en una. Parecía que cada pezado de lágrima no derramada renacía para explotar de la peor manera, tener una sola manifestación de tristeza multiplicadas por mil balas desviadas. ¿Realmente estaba ocurriendo esto? es decir, me he obsesionado de una persona a la que antes detestaba y ya sea por casualidad o causalidad, mi mente solo tiene sitio para él. Todo lo que no está relacionado con él pasa poco a poco a un segundo plano, un vacío. No me puedo permitir servirme de ilusiones para que mi entorno cambie totalmente, para lo que puede ser solo un espejismo. Si exite un sexto sentido estaba seguro que el mío era la intuición y me estaba diciendo que si por algo no puedo parar de pensarlo es porque existe una mínima posibilidad de que le pueda gustar. He vivido en una nube más de curso y medio, se vive bien de ilusiones pero ¿y si ese cuento no es tan falso como yo creo? tal vez la obsesión tan grande que tengo se deba porque algo debe de pasar, al menos el intento. No me voy a quedar de brazos cruzados viendo como este curso pasa volando y yo suspirando por algo que nunca me atreví a probar bocado. Al igual que nos conocimos de una forma tan aleatoria nuestros caminos se han dividido, pero no por ello voy a dejar de luchar, y menos por una persona como él. Me niego, me niego a que en un futuro no muy lejano mi vida se base en secarme la miel de los ojos.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Reflexiones de verano.

Temblando por dentro, mis oportunidades se acababan y no tenía la seguridad de que volviéramos a hablar en verano ni mucho menos quedar, todo esto una semana antes de que terminara el curso. Sabía perfectamente que me iba a costar no verle al menos una vez al día y me atemorizaba no disfrutar de mi verano por ello. Mis vacaciones empezaban con dudas, millones de dudas, pero la mayor de todas era "se lo digo o no se lo digo", tenía clarísimo que sentía algo por él, algo que pocas veces volveré a sentir y no podía dejar pasar la oportunidad quedándome de brazos cruzados. No es el miedo al rechazo, eso ya está más que asumido, sólo quiero saber si existe una mínima posibilidad para luchar por él, y lo quiero saber ya, estoy harto de que las rayadas y las comidas de cabeza entren en el orden del día.
No puedo evitar pensarle, siempre hay un momento del día en el que algo o nada me lo recuerda, en ese momento suspiro y pienso "le quiero". Si no hubiera notado señales o un pequeño interés por su parte, nunca me hubiera empezado a montar historias y ahora mismo no estaría sufriendo como lo estoy haciendo. Entre mis dudas, mis reflexiones y demás ideas, mi verano se estaba conviertiendo en un bucle de rayadas, y después de tanto tiempo pensando he decidido hacer lo que me salga en el momento. Hasta ese momento solo me queda esperar, pero mis ganas de verle no quieren tanto tiempo de margen, quieren verle de nuevo, y cuanto antes. Esto empieza a ser demasiado exagerado e intenso, ¿cómo se puede querer tanto a alguien con el que apenas has tenido contacto, con el que tan sólo has tenido conversaciones de 5 minutos? Todo siguió un efecto dominó y así lo que empezó como un simple tonteo, pasó a un te quiero, y de los te quiero a una obsesión.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Too closed.

Siempre he tenido la impresión de que el amor está sobrevalorado, todos hablan de él como un gran dominador, del que no puedes escapar y que hace que tu mente se concentre en un sola persona aún sin desearlo. Durante toda mi vida me he sentido atraído por muchas personas por su manera de ser, por su físico e incluso por sus defectos, pero eso de enamorarse inevitablemente lo he visto como un mito. En el pasado me he sentido fuerte y seguro mentalmente, capaz de controlar la situación sin ser controlado por ella, y nada iba a cambiarme. Ante todo, he vivido con precaución, cerrado al amor para que no me dominara y caer en su trampa. Al igual que todo llega a su fin, mi seguridad y mi capacidad de reacción, se difuminaron. El culpable de que ahora me vea tan indefenso tiene nombre y apellido, un nombre y un apellido muy adictivos. Para cuando quise darme cuenta ya me había enamorado, sintiendo deseos incontrolables de no apartarme de su lado. Obviamente esto me afectó de una forma especialmente brusca, yo, que siempre he intentado cerrarme para no sufrir, estaba aprendiendo que esquivar al amor continuamente tiene sus consecuencias. Sé que esto lo superaré, pero todos los límites que he puesto en mi destino se volverán en mi contra, y tendré que estar preparado para todo, lo peor está por llegar.